Ingredientes: sueños, ansias de realización personal al gusto, un viaje iniciático y algo de trascendencia. Agítese junto con unas gotas de artificio literario y preséntese al estilo de las fábulas antiguas, espolvoreando bien con frases memorables y escenas simbólicas.
Seguro que la receta que empleó Paulo Coelho para escribir El alquimista no era muy diferente de esta. La obra resulta amena y limpia, de lectura fácil y por momentos emocionante. No es difícil sentirse identificado con el protagonista porque el autor maneja muchos elementos simbólicos y nos revela algunos para asegurarse de que comprendemos bien. Una lectura recomendable para cualquier edad.
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