Este libro es una pequeña joya. En solo 150 páginas nos cuenta una aventura de espías en mitad de la primera guerra carlista con un mensaje antibelicista sutil pero muy efectivo.
Martín Saldías, el protagonista, es un antiguo marinero que decide luchar con el bando carlista. Sale de Bilbao el 14 de julio de 1934 para hacer llegar al general Zumalacárregui un mensaje importante para el desarrollo de la guerra. Su nombre en clave es Sara, un ardid para despistar a las tropas enemigas. Si se filtra que un espía está intentando pasar sus líneas buscarán a una mujer, y no al honesto y un poco simple tratante de vinos que asegura ser.
En Bilbao ha dejado a su círculo de amigos con los que se suele reunir en el Café Arenal. Este está regentado por una viuda tremendamente sensata que le ha intentado disuadir. Frente al romanticismo con el que ve Saldías la guerra carlista, en la que participan solo voluntarios, ella le responde:
«¿De dónde sacas lo de que son voluntarios, Martín?» […] ¿No te das cuenta de que los únicos que van a la guerra son los que fueron descubiertos en el escondite de su casa o lo que se alistaron cuando estaban borrachos?»
El Martín Saldías que sale de Bilbao no va a ser el mismo que regresa después de su aventura. Todo lo que le va a ocurrir cambiará su percepción de la guerra y sus protagonistas.
Cada capítulo se cierra con lo que piensa uno de los personajes que ha participado en él. Especialmente recomendables son el último en el que habla la dueña del Café Arenal, y otro en el que se le da voz a un águila que sobrevuela una de las batallas.
Para ir terminando, es un libro perfecto si os gustan las aventuras ambientadas en otra época, y de propina os puede hacer reflexionar. Si os interesa el tema, Galdós tiene una novela sobre Zumalacárregui (con ese título) que pertenece a la serie de Episodios Nacionales, y que podéis leer en este enlace.
Carlos Herrero Canencia, el bibliotecario.