Investigación
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Vox Populi
Título clave: Vox Populi (Colmenar Viejo. Internet) · ISSN: 2255-0585
IES Rosa Chacel
Número XX
Marzo de 2012
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10

¿Son la casualidad y el entorno dueños del destino de los protagonistas de Fortunata y Jacinta y Rojo y negro?

Sofía Ramos Antón

Agradecimientos

Mucho antes de saber siquiera de la existencia de las monografías o del Bachillerato Internacional, una mujer excepcional, mi madre, Bini Antón Casas, me transmitió su amor por la literatura. Esta monografía nunca se habría escrito de no haber sido por ella y yo no sería la persona que soy ahora si no me hubiese enseñado a apreciar el arte con la misma pasión con la que ella lo hace, abriéndome las puertas de un mundo nuevo. Por todo ello, y por su cariño, su apoyo, y sus entrañables rarezas, gracias.

"Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde. Comenzaré a ser feliz desde las tres".

(Antoine de Sait-Exupéry, El Principito)

Hay mucho más detrás de esta monografía, está el trabajo de un profesor que ha sido para mí un guía y que ha conseguido sacar lo mejor de mí. Si bien ya me gustaba la literatura antes de poner un pie en su clase, Carlos Arrieta con su interés, su compromiso, sus bromas y, sobre todo, su profundo amor por lo que enseña, ha conseguido cambiar radicalmente mi percepción de la misma, dándole un nuevo enfoque. Nunca he salido de una de sus clases de la misma forma que entré, y eso es lo que le hace destacar.

Es por esto que esta monografía es más suya que mía, pero eso no es nada comparado con lo que he crecido como persona gracias a él en estos últimos dos años.

Por último, pero no menos importante, hablar de una persona muy especial para mí, que con su apoyo y cariño ha conseguido sacarme adelante innumerables veces, y a quien admiro por su serenidad e increíble ingenio, así como por su delicadeza y su paciencia infinita conmigo. Esta monografía no sería lo que es sin sus palabras de aliento los lunes por la mañana. Gracias a él he comprendido el significado de la frase “tú y yo juntos, sumamos mucho más que dos”, por todo eso y mucho más, gracias, Adrián Sanvicente.

Resumen

Las corrientes filosóficas del positivismo y el determinismo hicieron de los personajes de las obras realistas un complejo experimento social. Con esto pretendían explicar el comportamiento de los personajes de forma casi tan precisa como puede serlo una ecuación matemática donde la suma de términos como posición social, educación, genética... que constituyen su naturaleza pueden revelar sus acciones y la justificación que hay para estas.

De esta forma el presente y el futuro de los protagonistas de Fortunata y Jacinta y Rojo y negro (Fortunata y Julián Sorel, respectivamente) escapa totalmente a su control, dado que viene determinado por su bagaje emocional adquirido a través de sus experiencias, el cual no pueden cambiar, iniciándose una lucha contra sí mismos y contra la sociedad en busca tanto de un sitio como de libertad, consiguiendo ambas en contadas situaciones.

Como parte del experimento, aparecen de forma casual diversas oportunidades de regeneración o cambio, pero estas no han de ser aprovechadas, pues supondría ir en contra del condicionamiento mismo del personaje que les empuja, en contra de su voluntad, hacia su punto de partida, el rechazado lugar al que deberían pertenecer y en el que habrían vivido de no haber sido por el individualismo que ambos poseen y los mueve a huir del sitio que estaba reservado para ellos.

1. Introducción

“Yo soy yo y mis circunstancias” Estas palabras del filósofo español Ortega y Gasset nos llevan a plantearnos hasta donde estamos influenciados por aquello que nos rodea. ¿Dónde termina el yo y hasta qué punto somos nuestras circunstancias?

La literatura ha tratado este tema de diferentes formas a lo largo de la historia, siempre acorde con los principios del movimiento en auge en cada época, contestando de diversas formas a la pregunta anterior según el periodo que escojamos.

Para intentar elaborar una respuesta concreta a esto me centraré en la perspectiva de los protagonistas de las novelas realistas Fortunata y Jacinta (1886-1887) de Benito Pérez Galdós y Rojo y negro (1830) de Henri-Marie Beyle, nombre del autor francés Stendhal: Fortunata y Julián Sorel, respectivamente.

El Realismo tiene como característica más significativa el ser la literatura representativa de la clase social que se encontraba en la cima la burguesía, de forma que sus novelas estarán escritas por y para ella, sin ser por ello un halago para la misma, sino que sus miembros serán minuciosamente diseccionados dando lugar al reflejo tanto de lo negativo como lo positivo de esta clase. No obstante, el peso de sus aspectos negativos dará lugar a la evolución del Realismo al movimiento Naturalista.

Esta disección compromete toda la intimidad de los personajes, de los que conocemos su actitud y carácter, así como su físico, en relación con el papel que desempeñan en una sociedad que por un lado los determina desde su nacimiento a un destino prácticamente inexorable y por otro les fuerza a actuar para liberarse de la presión que se cierne sobre sus hombros, obligándoles a rebelarse inútilmente.

Así se reflejan las dos corrientes de pensamiento característico del Realismo (determinismo y positivismo) sobre los personajes. Sin embargo, los fenómenos irracionales e inexplicables de un mundo cambiante y aleatorio, o lo que podemos llamar casualidad, ofrece un potente contrapeso a este destino ineludible.

El objetivo de esta monografía es intentar contrapesar ambas posibilidades, que aunque opuestas se entremezclan en los tejidos sociales e intrapersonales de las obras escogidas dando lugar a la evolución psicológica de los protagonistas con el fin de determinar cual influencia su conducta en mayor medida y hasta que punto pueden rebelarse contra ambas en su lucha por ser dueños de su propia vida.

2. La lucha interna de los personajes

Se considera, tanto a Stendhal como a Galdós como agudos observadores del corazón humano1. Ambos desarrollan con magistral delicadeza la personalidad de cada ser al que dan vida mediante las numerosas descripciones y justificaciones que se nos explican para sus comportamientos, de este modo con una tendencia, más naturalista en Galdós y más romántica en Stendhal, conocemos en líneas generales los pensamientos y motivaciones de cada miembro de la sociedad que nos presentan estos autores, creando personajes cada vez más complejos; así lo expresa el propio Galdós:

“Todos los caracteres son complejos o polimorfos. Sólo en los idiotas se ve el monomorfismo, o sea caracteres de una sola pieza.”2

Dentro de estos marcos, se desarrolla la acción interna de la obra, es decir, la evolución de los personajes principales que en su lucha por defender su sitio en el mundo (o el que aspiran a merecer) refuerzan su individualismo frente a un marco social3 y aquellos ideales que no encajan con los miembros de aquellas oligarquías a las que aspiran a pertenecer.

Estos personajes han sido escogidos debido a que son representantes de un mismo concepto de individualismo dentro de una sociedad con una estructura estricta que no les acepta en cierto modo por sobre pasar las expectativas que se tenían para ellos, mediante cualidades que destacan entre los que les rodean, así ambos son personajes marginales pero que resultan extremadamente atractivos, cada uno por características diferentes y por la fuente inagotable de fuerza que encuentran en su interior y que les empuja a la lucha contra todo aquello que rechazan.

Así ambos dos tienen algo que les destaca y consigue, en cierto modo, caracterizarles como personajes únicos por sus cualidades, cuya actuación estará fundamentada (consciente o inconscientemente) en ella. Estas características serían, indudablemente, la belleza e ingenuidad de Fortunata y la ambición de Julián. Esto les singularizará allá donde vayan y se convertirá en el detonante de la acción.

Por un lado la belleza de Fortunata la introduce en un mundo al que no podría haber tenido acceso de ninguna otra forma, concretando las aspiraciones de una joven e ingenua muchacha del cuarto estado en Juanito Santa Cruz.

“Juanito no pecaba de corto, y al ver a la chica y observar lo linda que era y lo bien calzada que estaba, diéronle ganas de tomarse confianzas con ella.”4

Por otro tenemos a Julián Sorel, quien convierte su ambición en el eje motriz de su vida, que lo dirige de un lugar a otro con las ideas bien claras sobre lo que su destino ha de ser

“Bajo nuestro cielo, más sombrío, un joven pobre, que no conocería la ambición si no poseyera un corazón delicado que ansía disfrutar de algunos de los goces que proporciona el dinero”5

Con esto aparecen los dos principales caracteres de las novelas: Dos personajes marginales, cada uno a su modo, respetando los principios realistas6, que tratan siempre con individuos que no encajan en el mundo que les vio nacer, pero que, sin embargo, condiciona su acceso a otros.

De este conflicto parte la evolución psicológica de los personajes, quienes se ven obligados por las circunstancias a realizar ciertos actos que repercuten en su personalidad de una forma u otra. La lucha que emprenden los dos protagonistas es completamente divergente en este punto:

Mientras que Fortunata se va reafirmando en sus valores morales, que la acercan cada vez más a ese espíritu indómito y poderoso del pueblo llano al que pertenece, a pesar de la admiración que siente por Jacinta que representa para ella un modelo7. Fortunata prioriza por encima de todo “su idea”, ella es la mujer legítima de Juanito porque le ha dado un hijo, hasta el mismo momento de su muerte cuando se considera a sí misma como “ángel”, consiguiendo a nivel espiritual aquello que no consiguió en vida: reafirmarse a sí misma y en aquello que defiende delante de los demás. Fortunata deja el mundo sin haber sido domada por la religión o esa sociedad que la rechaza, venciendo esa batalla moral que sostenía contra sí misma y siendo elevada al cielo por el mismo Galdós8.

Julián, sin embargo, pierde toda su ética conforme avanza la novela, sustituyéndola por la frialdad y el egoísmo con los que juega mediante elaboradas artimañas con todos los de su alrededor, su ambición natural da lugar a un desprecio por todo aquello que le rodea, haciéndose cargo de sus actos en sus reflexiones finales antes de ser ejecutado

“Todas sus esperanzas, todas sus ambiciones, desaparecían una tras otra de su alma, arrancadas despiadadamente por una sola palabra: Moriré.”9

Julián advierte su propia derrota en ese momento, no solo abandonó a la única mujer a la que había amado, sino que abandonó todo aquello en lo que creía dejando que su propia ambición descontrolada le absorbiera por completo.

Así el desarrollo interno del conflicto creado por el desajuste entre sociedad e individuo en estas obras se plantea según la misma estructura pero se resuelve de diferentes maneras, consolidando el individualismo del personaje o perdiéndolo por completo en pro de un triunfo material ficticio.

3. La posición del personaje frente a su entorno

La lucha interior que se lleva acabo dentro de los personajes tiene su origen directo en su entorno, ambos conocen una realidad alternativa a la que les gustaría llegar pero no pueden.

Ese “no” es el que genera el conflicto, si no hubieran llegado a conocer esa otra posibilidad de vida o si no les hubiesen sido vetados todos los caminos para acceder a ella, no habrían brotado sus incansables esfuerzos para conseguirla. Aunque la naturaleza de los deseos de ambos sea totalmente opuesta, los dos parten de la misma base.

Fortunata y Julián son ambos trabajadores pertenecientes a la clase pobre de una sociedad moderna (urbana en un caso y rural en el otro) que se rige por los intereses de la burguesía tanto en lo económico como en lo político-social, que se presenta como hueca e insolidaria, intentando siempre salvaguardar su superioridad con respecto a aquellos que consideran inferior.

Fortunata aparece como una muchacha de clase baja, por lo que adquiere los modales vastos que la caracterizan al igual que las costumbres que la alejan tanto del refinamiento de los de Santa Cruz. No recibe ninguna educación (es completamente analfabeta) y trabaja en la tienda de aves y huevos de sus familiares.

El destino que podíamos haber imaginado para ella se contrapone brutalmente al que tendrá después de cruzarse con Juanito, pues con sus relaciones se cruza la barrera social y cultural que los separa10, desplazando a Fortunata de su lugar correspondiente pero sin ofrecerle otro, siendo perfectamente consciente de que no acabaría con las distancias y de que todo seguiría su curso.

Fortunata se ve forzada a actuar tras las atenciones que presenta Juanito, ante la cual solo había una respuesta acorde con su naturaleza

“En el pueblo, hija mía, los procedimientos son breves. Ya ves cómo se matan. Pues lo mismo es el amor. Un día le dije: «Si quieres probarme que me quieres, huye de tu casa conmigo». [...] La respuesta fue coger el mantón, y decirme «vamos»11”.

A lo largo de la novela la pertenencia al pueblo de Fortunata sigue condicionándola aun cuando otros personajes pretenden que se retracte.

Lo mismo ocurre con Julián: hijo de un aserrador repudiado por su padre solo consigue escapar en cierto a su condición en el aspecto intelectual mediante sus lecturas, las clases que le ofrecen el cura Chèlan y el cirujano castrense. Sin embargo su pasado le carga increíblemente, puesto que al salir del entorno odiado se presenta de la siguiente forma:

“Tiemblo al entrar por vez primera en mi vida en una casa extraña. Me es indispensable su protección, señora, y necesitaré de toda su indulgencia, sobre todo los primeros días. No he estudiado en ningún colegio... soy demasiado pobre... ni he tenido relaciones con otros hombres que con nuestro pariente, el difunto médico mayor, que era caballero de la Legión de Honor, y con el señor cura párroco.”12

Consciente de su condición de inferioridad respecto a Mme. Rênal, que le persigue de principio a fin de la obra por muy alto que consiga llegar con su ambición.

Así centramos el conflicto exterior en el intento de los dos personajes de recorrer la distancia que les separa de sus sueños inalcanzables, pero la diferencia más importante entre ambos reside en que la naturaleza de sus aspiraciones es muy diferente: Fortunata busca el amor de Juanito Santa Cruz, independientemente de quién tenga que cambiar de clase para ello, lo que se ve cuando sueña que este ha perdido toda su fortuna

“Alma mía, yo trabajaré para ti; yo tengo costumbre, tú no...”13

mientras que Julián busca satisfacer sus ansías de fortuna

“a trueque de hacer fortuna, habría hecho sin repugnancia cosas más bajas.”14

Esto es el reflejo de las aspiraciones de Fortunata de aceptación social, mientras que Julián solo busca satisfacer su ambición, estableciendo una clara diferencia entre la moralidad de una y la del otro.

El desarrollo del conflicto exterior sin duda sigue una estructura similar, a pesar de las posiciones que toman frente a su propio conflicto interior. De este modo, ambos personajes mientras siguen sus instintos naturales permanecen en la misma posición, sin embargo al renunciar a estos es cuando consiguen un ascenso, que siempre cuenta con fecha de caducidad.

Esto se observa en Fortunata tras la proposición de matrimonio por parte de Maximiliano Rubín

“«¡Casarme yo!... ¡pa chasco...!,¡y con este encanijado... ! ¡Vivir siempre, siempre con él, todos los días... de día y de noche!... ¡Pero calcula tú, mujer... ser honrada, ser casada, señora de Tal... persona decente...!»”15

Que aceptará, ascendiendo desde su posición de mujer pérdida a esposa de un farmacéutico acomodado. No puede reprimir sus impulsos durante demasiado tiempo y volverá a caer en brazos de Juanito Santa Cruz, pues Fortunata no puede evitar rechazar aquellas obligaciones sociales que se le aplican a un matrimonio que ella no reconoce como legítimo, saliendo a flote su auténtica moral, que de nuevo la devuelve al lugar a dónde pertenece, el pueblo llano.

A partir de entonces el ciclo se repite, algunos personajes le tenderán la mano, intentando rescatarla de su precaria situación social, intentando domar su carácter o a últimas instancias intentando enseñarla a ocultarlo. Estos intentos nunca dan frutos, debido a que Fortunata mantiene inamovibles sus ideas hasta el final, defendiéndolas de forma en ocasiones ruda y primitiva, pero siempre con la mayor sinceridad en sus actos.

Es aquí donde encontramos la mayor diferencia entre Fortunata y Julián, en la hipocresía que muestra este último, mientras que Fortunata es incapaz de mantener falsas apariencias debido al choque que esto genera contra su moral (totalmente particular) y que ni siquiera abandona en el momento de su muerte. Sin embargo Julián Sorel no tiene escrúpulos ante vivir una mentira constante con tal de lograr los objetivos de su ambición (es capaz incluso de convertirse en un sacerdote sin vocación)

“Trabajaba mucho y aprendía rápidamente cosas muy útiles para un sacerdote, muy falsas a sus ojos y en las cuales no ponía interés alguno. Creía no tener otra cosa que hacer”16

Siguiendo estos preceptos Julián consigue ascender en la escala social entre gentes que desprecia, pero sin embargo nunca es aceptado como uno de ellos, sino que genera envidias y odio a su paso, a la par que el siente un grandísimo desprecio por todo y todos los que le rodean, que se manifiesta en frases altivas que se refieren a todos aquellos que están en una clase superior como

“Grande era el desprecio que me inspiraba este animal, pero no tanto como se merece.”17

De nuevo él tampoco acepta las convenciones sociales y se rebela contra ellas18, consiguiendo conforme avanza la novela mediante su inteligencia llegar a ser secretario de un noble importante, tras ganarse su confianza y amistad, Julián, en un arrebato de ambición, seduce a su hija y tras dejarla embarazada asciende a una posición que no le pertenece

“Después de todo-pensaba-, mi novela ha llegado al final, y el mérito es mío y solo mío. He sabido hacerme amar por este monstruo de orgullo-añadió mirando a Matilde-; su padre no puede vivir sin ella, ni ella sin mi”.19

Mas cuando su oscuro pasado choca contra sus aspiraciones, Julián es devuelto a su posición inicial. Como venganza, dispara a Mme. Rênal y es encarcelado, y es en este momento cuando resurge su moralidad20 y acepta que su destino final está en su odiado Verrièrs, donde siempre será poco más que el hijo del aserrador Sorel:

“A decir verdad, nada tenía de horrible la muerte para quien, como Julián, había vivido una vida que no fue otra cosa que una preparación para la desgracia”21

Así en ambos casos se consolida el fracaso de sus aspiraciones sociales al final de su vida, pues a pesar de que consiguen llegar a mejorar su situación (la honradez de Fortunata y el capital razonable de Julián), la fuerte presión que ejerce sobre ellos su propia naturaleza les coloca de nuevo al lugar donde desde un principio pertenecieron.

4. La casualidad

Ambos personajes describen una especie de trayectoria circular, es decir, terminan sus historias en la misma situación en la que empiezan, pero sin embargo el desarrollo de su historia siempre parte de la casualidad, como Galdós expone explícitamente:

“porque si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho aquella visita, esta historia no se habría escrito”.22

La casualidad es la que pone en movimiento toda la trama abriendo siempre dos caminos a seguir, es decir, se les abre una puerta a algo nuevo y desconocido, en ese momento tiene la opción de continuar por la senda por la que se esperaba que caminaran toda su vida o de comenzar esta historia de forma que podríamos hallar algo más allá de los determinismos previos en los personajes23.

“Se hubiera escrito otra, eso sí, porque por do quiera que el hombre vaya lleva consigo su novela”24

El uso que se hace de esta casualidad se puede enmarcar en el uso de esa inflexible filosofía positivista25, forzando a los personajes a elegir, a reaccionar ante una situación según su propio criterio y la situación en la que se encuentran en ese momento. De forma que el autor experimenta con el bagaje emocional de sus personajes, pero también con las situaciones. Una variación de un minuto en el tiempo o de una calle en el espacio podría haber dado lugar a sucesos totalmente contrarios.

¿Son los caracteres productos directos de sus vivencias? El uso de la casualidad nos puede incitar a pensar que no, pues pueden encontrar gracias a ella otros caminos que seguir, pero sin embargo es su propia naturaleza la que ejerce el poder de decisión, dando pie a un marcado determinismo, pues esta sí que depende en gran medida de su entorno, su educación, sus vivencias e, incluso, llevándolo a un extremo naturalista, su genética.

Así se crea una paradoja en la que la casualidad, que ejercería el único método de escape del personaje, también se encuentra condicionada por la propia carga emocional del personaje, que constituye su propia e individual esencia y que está conferida por su experiencia, siendo esta consecuencia directa de su entorno.

Sin embargo, el personaje puede romper estos moldes en un acto de rebeldía que representa su liberación de todo lo prestablecido, estos actos representarían en Fortunata tener al hijo de Juanito Santa Cruz y para Julián disparar a su único amor Mme. De Rênal, rompiendo (aun con finalidades discutibles) todas las cadenas que los habían atado a ese mundo tan mecánico y estructurado.

5. ¿Son o pueden llegar a ser libres?

Después de tener en cuenta todos los aspectos considerados (la lucha interna de los personajes, su posición frente al conflicto externo y la influencia de la casualidad) podemos deducir que si su libertad no se considera absolutamente nula, sí es muy limitada. Todos sus movimientos tienen una razón detrás, que procede directamente del fondo experimental del personaje y la casualidad solo genera que se muestre ese fondo, aportando nuevas oportunidades para que descubran su naturaleza en toda su amplitud.

Ambos personajes reconocen esto al definirse a sí mismos como personajes que han conseguido salir por breves instantes del destino al que están abocados incluso antes de nacer. Julián Sorel expresa esto durante su juicio cuando dice

“No tengo el honor de pertenecer a vuestra clase; no veis en mí más que a un campesino que se ha rebelado contra la bajeza de su fortuna y queréis castigar en mí y desanimar para siempre a ese tipo de jóvenes que, nacidos en una clase inferior y en cierto modo oprimida por la pobreza, tienen la suerte de proporcionarse una buena educación y la audacia de mezclarse en eso que el orgullo de la gente con dinero llama «sociedad»”26

Mientras que Fortunata lo hace como una reflexión casual sobre su propia vida, en la que reconoce que su destino ha sido elegido siempre por los que la rodean, llegando hasta a definirse como una “muñeca viva” con la que se juega.

“Semejante vida no podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural. Había nacido para menestrala; no le importaba trabajar como el obispo con tal de poseer lo que por suyo tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta [...]. Y por fin, otras manos empeñáronse en convertirla en señora. [...] Figurábase ser una muñeca viva, con la cual jugaba una entidad invisible, desconocida, y a la cual no sabía dar nombre. Ocurriole si no tendría ella pecho alguna vez, quería decir iniciativa... si no haría alguna vez lo que le saliera de entre sí.”27

Ambos a su vez reconocen haber evadido durante un periodo de tiempo aquello a lo que estaban destinados mientras que se desarrollaba su historia, la cual se convierte así en un experimento del autor28 para demostrar el inmovilismo social del siglo XIX.

Al entender la libertad como el estado o condición de quien no es esclavo podemos deducir que solo son libres en aquellos momentos en los que el marco social al que están sujetos desde su nacimiento no los “esclaviza” sin embargo esto ocurre muy pocas veces, y tras estos actos realizados deliberadamente y por voluntad propia. El disparo a Mme. Rênal y la concepción de Juan Evaristo Segismundo Santa Cruz (el cual lleva la marca en su nombre del condicionamiento del entorno) son unos de los escasos ejemplos de muestras de libertad en estos personajes y ambos suceden cuando ya, de nuevo, la vida y las circunstancias han conseguido que vuelvan a sus inicios de pobreza. Ninguno podrá lograr nunca sus objetivos de forma permanente, sin importar los medios que utilicen o cuanto lo merezcan, debido a que su clase social esta vetada, por lo que ninguno podrá llegar jamás a ser considerado libre.

6. Conclusión

La influencia que ejerce el entorno tanto en Julián Sorel (Rojo y Negro) como en Fortunata (Fortunata y Jacinta) se puede evaluar en cuatro aspectos: El conflicto que esto genera con sí mismos, el que se da con el exterior, las decisiones tomadas frente a la casualidad y la libertad que pueden llegar a ejercer sobre sus propios actos.

Ambos personajes tienen una gran singularidad, que hace que no terminen de encajar en su situación inicial aspirando a una nueva situación más elevada. Esto desemboca en una lucha constante contra el exterior con el fin primero de adquirir el objetivo final de sus ambiciones (el amor de Juanito Santa Cruz y la fortuna), que a su vez repercute en su moral planteando el problema de seguir sus principios o por el contrario abandonarlos en pos de vencer la primera guerra contra la sociedad.

Como se suele decir, muchas veces ganan una batalla, pero siempre estarán abocados a perder la guerra contra una sociedad que restringe sus acciones y su acceso a mejores niveles de vida, oprimiéndoles de forma que en vez de rechazar el individualismo que los aleja de su entorno inicial, se reafirman en él, dando lugar a que la ambición de Julián crece y la ingenuidad de Fortunata se acrecienta.

Las oportunidades que tienen para regenerarse y que se presentan de forma casual son siempre rechazadas de una forma o de otra al no encajar con la naturaleza del personaje, siendo estas ocasiones utilizadas para experimentar con el mismo, mostrando una vez más que las “cargas” que este tiene debido a su genética, su fortuna, su clase social, su educación... permanecen siempre inalterables y son causa de todos sus actos.

Por mucho que Fortunata y Julián intenten liberarse de la presión que ejerce su entorno sobre ellos, solo consiguen llevar a cabo unas pocas acciones al margen de lo que podríamos esperar de ellos, debido al estrecho condicionamiento que presentan ambos. Así podemos concluir que la influencia del entorno sobre estos dos caracteres es máxima, debido a que determina cada momento de sus vidas, hasta que ellos mismos llegan a reconocerlo.

De este modo, las dos historias se representan como un regateo entre el individuo marginal y el colectivo, en un intento de llegar a una situación de equilibrio en la que siempre acaba predominando el colectivo.

7. Bibliografía

Fuentes primarias

Fuentes secundarias