Mª Ángeles Perdones, profesora del Departamento de Lengua y Literatura
Tomás Izquierdo Cáceres es trabajador de una empresa innovadora de reciente creación, ubicada en la Comunidad de Madrid. Está encantado con su trabajo y quiere manifestarlo.
—Buenas tardes, don Tomás.
—Buenas tardes, buenas tardes, señorita. Pero... llámeme TIC, por favor.
—Vamos a charlar un poco sobre ese trabajo tan importante para usted. Empecemos por situarnos un poco… ¿Qué edad tiene?, don TIC.
—Muchos años tengo ya, hija. Nada menos que 14 años.
—Bueno, bueno, pero se conserva usted bien. Eso es lo importante.
—Las ilusiones me mantienen joven, aunque mi salud la reviso de vez en cuando.
—¿Cuál es su profesión? ¿Qué formación ha recibido?
—Bueno, yo soy estudiante de la ESO. Conoce este trabajo, imagino… Bastante duro, como habrá oído comentar; pero hemos ido saliendo a flote. Ahora es otra historia, las cosas han cambiado mucho…
—Perdone que le interrumpa, veo que se impacienta por hablarnos del cambio en su trabajo, pero contésteme antes a unas preguntas para poder contextualizar. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando?, don TIC.
—Si mi memoria no me falla, desde que tenía año y medio. Puede usted calcular el tiempo exacto.
—Son ya unos años, es cierto. ¿En qué empresas ha trabajado durante su vida?
—Pues verá…, desde el año y medio hasta los tres estuve en una empresa llamada “Jardín de infancia”, estuve bien allí. En aquel sitio trabajábamos, pero era divertido aquello, amigos y más amigos… Los jefes eran amables, cariñosos. El horario, un poco largo; pero aprendíamos rápido y bien a hacer nuestras tareas, éramos productivos. Juegos y más juegos, canciones, colorines, tijeras de las que no cortan… era durillo, sí. Ahora, a mi edad, sería imposible.
—Si estaba tan bien, ¿por qué se cambió?
—Pues, mire usted, yo he sido siempre una persona con ganas de subir en mi trabajo y me ha gustado aspirar a algo más, ascender es lo mío, para que me entienda.
—Bien, y después ¿dónde trabajó?
—Ah, luego ya me fui a otra empresa, cuando me concedieron el ascenso. Se llamaba “CEIP”, Colegio de Educación Infantil y Primaria, quiero decir, por si usted no la conoce con ese otro nombre. El ascenso se notaba, el trabajo era duro, pero llevadero. Los jefes, bien; los compañeros, bien…; colores, menos canciones, menos juegos, las tijeras empezaban a cortar, el trabajo se iba haciendo duro a base de lápiz y papel. Aquí estuve hasta los doce, era todo un veterano; pero me ofrecieron un trabajo la mar de atractivo y acepté sin pensarlo.
—¿Tan duro era trabajar el lápiz y el papel?, don TIC.
—No se imagina…, una mano se cansa de manejar el lápiz, es por lo de las toneladas...; pero es que la otra debe sujetar el papel y… eso resulta francamente agotador. Piense usted en el enorme peso del lápiz…, el papel, por su parte, coincidirá conmigo en que es necesario agarrarlo con fuerza porque se mueve sin parar.
—Entonces, ¿quiere decir que rechaza esas herramientas tan valiosas para muchos?
—No. Nunca, nunca las rechazaré, me he ganado el pan toda mi vida con ellas. Lo que le quiero decir es que me gusta la comodidad y la modernidad, como dice mi nuevo jefe. Ahora me han ofrecido una herramienta con estas características y allá voy, es algo muy nuevo y atractivo, en muchas empresas lo utilizan ya desde hace tiempo. Se llama ordenador. Tiene muchas posibilidades, se pueden realizar muchas cosas con él.
—¿Cómo se llama su nueva empresa?
—“IES”, se llama Instituto de Educación Secundaria. Mi empresa está dentro de un nuevo proyecto, junto con otras catorce en la Comunidad de Madrid, que consiste en trabajar con ordenadores y pizarras digitales. No tengo palabras para explicarle lo contento que estoy. Claro, la tiza que tantas alergias y bajas ha provocado a tantos compañeros de mis otras dos empresas, ha sido sustituida por el dedo. Fíjese qué modernidad… A todo el mundo nos gusta lo bueno. Y le digo una cosa, nos entran unas ganas de trabajar…, bueno, ya lo han notado los jefes. Tenemos otro espíritu, es otra cosa…
—¿Y el rendimiento?, don TIC. ¿Y las máquinas nuevas? ¿Las conocen?
—Bueno, señorita, esto es como todo… “a la innovación le corresponde una formación previa por parte de los jefes”, con estas palabras nos lo han dicho en una reunión. Primero, ellos tienen que formarse para enseñarnos a nosotros y, cuando todos hayamos aprendido, deben controlar las tareas. Ellos llevan haciendo cursillos muchos meses para aprender. Además, “la nueva máquina cuenta con un Calificador propio que mide el rendimiento de las tareas realizadas”, así nos lo han explicado. De todas formas, en todas las empresas, son los jefes los que deben controlar el trabajo para que sea rentable. Y eso es así ahora y siempre.
—¿Está contento con el horario? ¿Está contento con el sueldo que le han ofrecido?
—El horario es llevadero, no me puedo quejar; aunque, le voy a decir…, trabajando con la máquina nueva, no me importa echar alguna hora más. Sobre el sueldo…, pues verá, aquí no hay un sueldo establecido, siempre es variable. El sueldo depende del rendimiento de cada trabajador, solo le puedo decir que hay un máximo y un mínimo, al mínimo es muy difícil llegar. Mire, yo me conformo con que haya justicia a la hora de darnos los sueldos…
—Explíquenos un poquito la organización de la empresa, por favor.
—Consta de seis secciones, de cada una de ellas es especialista uno de nuestros jefes, nosotros tenemos que trabajar en todas ellas para rendir lo que nos piden. El trabajo es variado porque en cada sección se trabaja un tema distinto, siempre lo ha sido en ese sentido...
—Y ¿cuál es el producto que fabrican en su empresa? No nos lo ha dicho todavía.
—Prefería dejarlo para el final. “Nosotros fabricamos conocimientos, nosotros fabricamos saber. Somos la empresa más importante de la sociedad, la empresa del saber; por eso, necesitamos manejar herramientas variadas: tradicionales y modernas. Necesitamos estar al día en todo lo posible para que cada uno de nuestros empleados produzca el máximo de conocimientos. Si las nuevas tecnologías contribuyen a ello, adelante. Nunca abandonará nuestra empresa los métodos tradicionales porque ambos son perfectamente compatibles, ya que deben dar respuesta a una plantilla variada”. Señorita, esto lo ha dicho uno de mis jefes, yo hablaré así cuando me enseñen a producir conocimientos y saberes. Ganas no me faltan.
—Muchas gracias, don TIC, le agradecemos la información aportada. Le deseamos lo mejor en su nuevo trabajo. Gracias.
—Gracias a usted, señorita.