Creación
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Vox Populi
Título clave: Vox Populi (Colmenar Viejo. Internet) · ISSN: 2255-0585
IES Rosa Chacel
Número XXIII
Junio de 2013
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24

Una mágica amistad

Sara Sanabria

Segundo premio 1º y 2º ESO, Concurso Literario Ventanal de la Sierra 2013

«Sin duda es el más especial», pensó Atenoe, el hada más hermosa que os podáis imaginar. Su cabello rubio, le llegaba hasta los hombros, era brillante y sedoso, vestía una túnica azul como el cielo, iba descalza, para sentir la naturaleza bajo ella. «Efectivamente es único», pensó desde detrás de una roca, observando a un elfo, tan niño como ella. Tenía el pelo negro y alborotado, no era capaz de ocultar tan largas y finas orejas, a pesar de que le llegaba a la cintura, pero lo que más le llamaba la atención era su persona, que destacaba entre los demás elfos, lo ingenuo, humilde y travieso que era, pues no era la primera vez que lo observaba silenciosa. Él nunca reparó en ella hasta que un día ella se tropezó de la hoja del árbol, desde donde espiaba, que estaba encima de la cabeza del elfo, y cayó justo en la cabeza, quien pensó que era un insecto e intentaba aturdirlo a manotazos mientras ella revoloteaba cerca. Cuando el hada cayó al suelo cansada, él se fijó mejor y vió que era un ser parecido a él, un hada. La sostuvo entre sus alargadas y delicadas manos, y dijo:

–¿Estás bien? Perdóname, soy tonto, no debí atacarte pero pensé que eras...–Atenoe no le dejó terminar y le contestó enojada:

–Y si hubiera sido una mariquita, ¿Me habrías espachurrado?

–Esto... yo... no quería... perdona. –No pudo evitar ruborizarse. Su pálida cara se tiñó de rojo y se notó que estaba avergonzado. Ella sonrió, se incorporó en sus manos, y añadió:

–Sé que te arrepientes, te has puesto nervioso, no te preocupes, me caes bien. Me llamo Atenoe.

–Yo me llamo Marcon. –Pudo contestar finalmente.

Pasaron muchos años, pero debido a que son mágicos y viven mucho tiempo seguían siendo dos pequeños jovenzuelos de buen corazón, y se hicieron grandes amigos. Un día, decidieron irse de acampada. Entre bocado y bocado de la comida que habían preparado, el hadita le tendió una astilla muy fina del tamaño de su meñique, y Marcon dijo:

–Muchas gracias, eres adivina, es justo lo que necesitaba...–Ella iba a sonreír cuando este dijo:

–Un palillo de dientes –e iba a metérselo en la boca pero el hada se puso entre el palillo y sus dientes, el polvo mágico del hada se metió en la nariz del elfo y estornudó, manchando al hadita, que se enfadó, y le explicó que era una varita. Se iba a apartar para evitar otro estornudo, el elfo intentó no repetirlo y aspiró fuertemente, la cabeza del hada acabó en su nariz. Tras esto, pereció tan mosqueada que se puso roja, a Marcon le dio la impresión de que le salía humo de la cabeza y que brillaba como una bombilla, quizás por los mocos. Explotó, no literalmente, aunque le faltó poco para hacerlo de verdad, y le dijo:

–Eres un mocoso desagradecido, no sabes cuanto trabajo me ha costado hacértela, pensé que te haría ilusión. –Marcon se lo puso de inmediato, sin saber como se hizo un moño con su largo pelo y un palillo, Atenoe pensó que era mucho más bello con la cara al descubierto. Los dos rieron. Cuando empezó a anochecer Marcon puso la tienda de campaña en un claro del bosque y, Atenoe se tumbó en la frente del elfo, y uso sus mechones de pelo como mantita para dormir, como siempre. Al rato, los dos seguían despiertos y Atenoe le confesó la existencia de algo que vivía en un cofre, le aseguraban sus antepasados, y era una de sus obsesiones, desde que era una niña, hace cien años. No sabía si era verdad, pero deseaba muchísimo pedir un deseo, y este solo concedía uno de corazón. Le pidió que le llevase al lugar donde se conocieron, que era el lugar más importante para ella, y donde encontrarían el cofre, o así lo intuía, pues sus antepasados no le dijeron dónde. Se encaminaron al lugar dejando la tienda. Cuando llegaron de pronto apareció ante ellos el cofre, bajo el árbol tan especial, en la penumbra, pues estaban en mitad de la noche. No sabían como abrirlo, iba a usar la varita de madera como llave. Pensó que era imposible pues no era más que una astilla que le había dado el hada pero, aún así, tenía mucho valor sentimental para él. Entonces al acercar la varita al cofre este se abrió, y el elfo se dio cuenta que la verdadera magia está en el amor y en las ganas de hacer algo, ponerle empeño y esfuerzo a lo que se hace, que puede hacerse realidad o no pero al menos sentirás la satisfacción de haberlo intentado.

–Nunca hubiera pensado que tendría que echar mano de tu varita, –dijo mientras se lo volvía a poner en el pelo. El hada le confesó que siempre había estado observándolo, cuando los dos eran pequeños, pues ella no quería amigos de su raza, le observaba a escondidas sin ser vista, hasta el pequeño incidente, que se convirtió en lo mejor que le había sucedido en la vida. Le pidió al genio de humo, proyectado por el cofre, que quería ser un elfo como su amigo, pensaba que así serían iguales y se entenderían mejor. Y Marcon dijo serio y enojado:

–Tú precisamente eres especial por ser única, diferente, si fueras como yo seguramente no sería tan mágica nuestra amistad. Te quiero preciada amiga tal y como eres, por favor no cambies nunca. No quiero que seas mi réplica. Por favor, sé tú misma. Contigo siempre soy feliz. –Se despidieron del genio y ambos se disculparon por las molestias, el cofre se cerró y el elfo miró a su amiga y le señaló su hombro, esta se sentó enseguida.

Los dos juntos desaparecieron del allí dejando atrás el cofre. Minutos después, el elfo cayó de bruces y se mancho la cara de barro, y su amiga se mancho entera por caerse de su hombro, pues sin darse cuenta el elfo había metido el pie en un gran y profundo charco de fango. Discutieron esto un buen rato pero, finalmente, se levantaron sin parar de reír y regresaron a casa. No era nada raro en aquella extraña relación, volvían a la normalidad, una amistad en la que se cabreaban en numerosas ocasiones y sin embargo se querían como verdaderos hermanos de sangre. Eran almas gemelas, se entendían y respetaban, y se necesitaban el uno al otro.