Investigación
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Vox Populi
Título clave: Vox Populi (Colmenar Viejo. Internet) · ISSN: 2255-0585
IES Rosa Chacel
Número XXIII
Junio de 2013
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33

¿Existe vida después de la muerte?

¿Son las experiencias cercanas a la muerte (ECM) la puerta para pensar y creer en una existencia post mortem?

Aaron Reboredo Vázquez

Agradecimientos

A Miguel Ángel Núñez por guiarme por el buen camino en la elaboración de la monografía, eso sí, manteniendo siempre las distancias y respetando las limitaciones establecidas, gran filósofo y sin duda, gran persona.

A mis padres, hermana, abuelos y tíos, a mi pequeña ahijada Laurita, que ha supuesto una nueva alegría para toda la familia. Gracias a mis amigos y demás seres queridos que siempre estuvieron ahí para apoyarme y motivarme a continuar, no solo en la redacción del trabajo y la investigación, sino en el día a día.

Me sobran las palabras para expresar todo el apoyo y la fuerza que me han transmitido, sin embargo, pocas palabras hacen falta, pues ellos saben lo que les quiero.

Gracias de corazón.

Resumen

Desde los primeros homínidos racionales la muerte parece haber estado presente en la mente del hombre. Los enterramientos y ritos funerarios que el paso del tiempo ha conservado para que llegaran a nosotros nos han permitido saber que sí que existía ya en la antigüedad la necesidad de la creencia en un más allá, o la consciencia de la existencia de ese más allá al que los ya fallecidos iban a parar tras dejar el mundo material. Esta necesidad de encontrarle una explicación a la muerte y a un posible después ha sido la piedra angular tanto de las diferentes religiones como de la filosofía.

Por otro lado la ciencia, que siempre pareció no dar importancia a esos temas que trascienden a la mentalidad humana por su imposibilidad de ser explicados y demostrados o que los ha considerado como cuestiones de fe, ahora se ve, necesariamente más comprometida, pues existen evidencias médicas que invitan a pensar en “algo” después de la muerte o en el camino hacia ella. Entre estas evidencias están las llamadas ECM (experiencias cercanas a la muerte), posiblemente lo más cerca de la muerte conocido hasta ahora y que puede ser el principio para empezar a conocer el secreto del más allá de la vida humana. Estas experiencias guardan acontecimientos excepcionales que merece la pena ser conocidos, experiencias sobre viajes extracorpóreos y reencuentros con seres queridos ya fallecidos, encuentros con un ente luminoso que transmite paz y amor…

Como es evidente, dentro de la familia científica existen detractores y otros que intentan conseguir la gloria descubriendo algo que se pueda explicar. A día de hoy la ciencia no ha sido capaz de demostrar ni desmontar los relatos que cuentan los que han experimentado las ECM. Los argumentos utilizados por los diferentes actores constituyen la base del presente trabajo de investigación. Con él trataremos de dar un sentido a las siguientes cuestiones: ¿Es todo fruto de la mente o tiene una explicación fisiológica? ¿Cuánto influyen las creencias personales religiosas o no? ¿Existe la vida después de la muerte?

Estamos muy lejos de comprender el sentido de nuestra existencia (incluida la muerte), pero las experiencias nos permiten soñar y de alguna manera favorecer que nuestra vida se consuma poco a poco disfrutándola día a día viendo en el fin un nuevo comienzo.

Introducción: la experiencia de la muerte, partida y regreso.

La muerte, esa gran desconocida, es también esa gran verdad implacable que desde siempre acecha al hombre y le acompaña. La Filosofía, como saber humano que es, no se ha quedado al margen del tratamiento de esta cuestión. En realidad, la mayor parte de la Filosofía occidental es una reflexión, en mayor o menor medida, acerca de la muerte y lo que la rodea. Desde nuestros antepasados más remotos del Pleistoceno medio, hace unos dos millones y medio de años, los Homo Heidelbergensis1, de los que se guardan los primeros vestigios de enterramientos humanos en la sierra de Atapuerca2, hasta el día de hoy, el hombre busca significado a aquello que parece no tenerlo, la muerte, la puerta hacia la nada, o hacia el todo, del que nadie parece haber regresado, o podríamos decir, parecía.

Es imposible saber-afirmar cualquier cosa acerca del tema significaría que estaríamos especulando - el verdadero significado de los rituales funerarios. Lo que sí podríamos asegurar es que en algún momento de la historia, por remoto que sea, surgió en el hombre la idea de la “vida” o la existencia de “algo” después de la muerte, si no, ¿qué sentido tendrían los rituales funerarios, enterramientos, etc.?

Lo interesante es la universalización de esta idea, desde Oriente a Occidente las religiones son testimonio de ello, desde las politeístas de la Antigüedad clásica hasta las monoteístas (cristianismo, islamismo, judaísmo) que han perdurado hasta el día de hoy, parece ser común la creencia de una existencia posterior a la actual, incluso una anterior. Esta existencia posterior a la muerte se traduce de diferentes formas o exigencias para cada una de las religiones o creencias: reencarnación, resurrección, inmortalidad del alma….

El avance de la ciencia así como la necesidad de buscar una razón científica a todo lo que nos rodea ha provocado que se considere la vida después de la muerte como producto de la mente e influenciada en gran medida por la religión. Sin embargo, la inexistencia de una vida después de la muerte es algo que la ciencia tampoco es capaz de asegurar. La muerte y la vida después de la muerte se salen de los límites de la razón y seguirán atormentando al hombre que seguirá buscando una respuesta.

La ciencia avanza y con ella la tecnología. El personal sanitario con la ayuda de máquinas es capaz de determinar la muerte de un ser humano. Un electroencefalograma plano es una evidencia clara de que el individuo ha fallecido. Sin embargo, la medicina y sus avances han permitido mejorar las técnicas de reanimación que han sido capaces de “devolver a la vida” a esas personas que parecían haber dejado este mundo. No debemos olvidar, que a la hora de hablar de la muerte, hemos sido nosotros mismos los que la hemos definido según nuestro conocimiento actual. La medicina ha avanzado de tal manera que pueden ser reanimados individuos tras un paro cardíaco, muerte por ahogo o tras varios minutos de anoxia3 cerebral en el que clínicamente estaríamos hablando de muerte del individuo.

¿Qué diríamos si nos dijeran que esos que han regresado de la muerte no lo han hecho en vacío, sino con un recuerdo, con una lúcida vivencia que ellos consideran real?

En las últimas décadas se han ido conociendo cientos de testimonios de personas que clínicamente han estado muertas, han regresado y han relatado vivencias que escapan a nuestro entendimiento, experiencias tan vívidas como como la vida misma. Un hecho fascinante es que muchas de esas experiencias guardan similitudes. Éstas se repiten en cientos de personas diferentes, de diferente edad, clase social, religión y país.

Estas experiencias reavivan el debate sobre esa gran incertidumbre que es la muerte y lo que hay después, insinuando la posibilidad de otra vida.

Por desgracia la muerte es una verdad insalvable. Saber que la muerte nos alcanzará te hace meditar, reflexionar sobre el porqué de la vida y de la muerte como parte irremediable de la primera, la única verdad absoluta del hombre que no tiene aparente explicación, el final de la vida y razón de ser. Nos podríamos plantear preguntas como ¿tiene la vida algún sentido?, ¿lo tiene la propia muerte?, ¿qué hay después? Son dudas universales y de todos los tiempos, dudas a las que merece la pena buscar una respuesta y que muchos hombres –filósofos y no filósofos- han dedicado sus vidas.

¿Termina todo cuando muere el cuerpo? O por el contrario ¿existe algo que sobrevive al cuerpo, a la mera desaparición material de nuestro ser? Algunos filósofos verán la muerte como el paso necesario hacia una realidad trascendente, realidad que, de un modo u otro, dará un sentido también a nuestra vida. Platón, San Agustín, Santo Tomás de Aquino o Rousseau –entre otros- propondrán una inmortalidad del alma, la supervivencia del hombre a la corrupción del cuerpo. Otros filósofos de corte monista o materialista negarán, por el contrario, la posibilidad de esta trascendencia, como por ejemplo Feuerbach, Marx y más recientemente, Richard Dawkins.

Más allá de la Filosofía, en un sentido religioso, la muerte es la clave de toda doctrina religiosa que busca una respuesta a la vida o un sentido trascendental de la misma. Esta reflexión es válida para todos los credos religiosos, desde las antiguas creencias animistas hasta las más evolucionadas religiones monoteístas, budismo inclusive. No sería precipitado asegurar que efectivamente la religión surge con motivo de encontrar una respuesta a aquello que parece no tenerlo, algo infinitamente trascendental para el hombre como la muerte. Las Escrituras y Libros Sagrados reflejan este hecho, y podemos ver como todo culmina con la necesidad de encontrarle un sentido a la vida y una respuesta al más allá. La Biblia, el Corán, la Torá son ejemplos de ello. También los libros sagrados de los muertos como El libro de los muertos (Egipto) o el Bardo Thödol de los tibetanos profundizan en la trascendencia de la muerte y la necesidad de los hombres, ya sean de diferentes creencias o religiones, por conocer aquello que trasciende a este mundo, por conocer los misterios de la muerte y con ello los de la vida4.

Lo más sencillo sería asegurar que efectivamente todo termina cuando fallecemos, nuestro cuerpo perece y nuestro ser, nuestro yo, desaparece o muere con él. Así mismo sería de la misma validez afirmar que sí que hay algo después de la muerte propiamente dicha, que hay una nueva vida, que hay un más allá. Sin embargo, nos encontramos en una sociedad en la que afirmar algo sin pruebas es una rotunda negligencia. Pero existen indicios como para pensar en una existencia después de la muerte, argumentos suficientes como para sospechar, -evitaremos la palabra demostrar-, que dicha idea no es una locura.

Desarrollo de la investigación: Las experiencias cercanas a la muerte

La que podría ser la respuesta a una de las preguntas más trascendentales del hombre a lo largo de la historia de la filosofía y de la religión la podemos encontrar, o eso parece, en las conocidas como Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). Experiencias vividas por cientos de personas que clínicamente han estado muertas.

Las ECM, ¿qué son, cómo se definen y en qué consisten?

¿Qué son verdaderamente las experiencias cercanas a la muerte (ECM)?, ¿qué validez científica poseen?, ¿cabe la posibilidad de que efectivamente sean ciertas?, en caso de no ser así, ¿qué factores podrían explicar este tipo de vivencias?, y lo que es más importante, ¿qué trascendencia a nivel personal tienen estas experiencias en la vida de aquellos que han creído tener el privilegio de viajar al más allá y regresar para contarlo?

Pues bien, podríamos definir las ECM como “eventos lúcidos que ocurren cuando una persona está tan comprometida físicamente que moriría si su condición no lograra mejorar. Está inconsciente, no se le detectan latidos cardíacos, la respiración se detiene y los registros electroencefalográficos son planos”5. Así mismo podríamos definirlas como aquellas “experiencias relatadas por personas que se han encontrado clínicamente muertas, es decir, en un estado de ausencia de cualquier señal vital durante un período de tiempo y luego revivida”6. Sin embargo, existen autores como el doctor y profesor Bruce Greyson7 que las define como “experiencias subjetivas de la consciencia que funcionan independientemente del cuerpo físico durante un episodio cercano a la muerte”8.

Utilizaremos como definición cualquiera de las dos primeras. Sin embargo es interesante destacar como el doctor Greyson introduce la subjetividad como parte de su definición. Son las personas las que nos narran sus acontecimientos, cada uno de la manera en que las “recuerdan” o las sintieron. La experiencia en sí sería objetiva, siendo subjetivo aquello que se nos cuenta.

Estudiosos

Sería conveniente hablar sobre los diferentes aspectos que hacen que una experiencia cercana a la muerte lo sea o no. Buscaremos comprenderlas un poco mejor y saber de qué se tratan, cómo son, qué se experimenta y que implicaciones pueden tener en la vida de aquellas personas que han cruzado la frontera de la vida hacia la muerte y han regresado. A día de hoy son estas experiencias las que pueden ofrecernos algo.

Pues bien, las ECM constituyen una serie de sucesos que en las últimas décadas han llamado la atención de expertos en las ciencias referidas al tratamiento y el estudio de la mente, así como médicos y otros relacionados con el cuadro sanitario o estudiosos de las ciencias humanas como la filosofía.

Uno de los principales autores en el estudio de este tipo de experiencias durante la segunda mitad del siglo XX fue el médico psiquiatra y licenciado en filosofía Raymond A. Moody, Jr. En su libro Vida después de la vida nos narra multitud de experiencias que guardan aspectos en común. Raimon A. Moody defiende que existe una notable similitud entre las diferentes experiencias de tal manera que es capaz de definir una serie de elementos, quince en concreto, recurrentes en todas las historias a las que ha tenido acceso. Moody elabora una experiencia en la que aparecen por orden todos los acontecimientos que se suceden (ver Apéndice 1). Sin embargo aclara que no todos los elementos se repiten en todas ellas ni todos, vamos a decir, se recuerdan de la misma manera, es decir, ninguna de las experiencias, aunque hayan albergado una similitud considerable han llegado a ser cien por cien idénticas. Moody puntualiza acerca del modelo de ECM aclarando ciertos aspectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de realizar cualquier conclusión (ver Apéndice 2).

Con sus estudios Moody arroja ideas de tal manera que se podría pensar en que hay “algo” en el camino hacia la muerte o después de la misma. Porque, si todo lo que es vivido es cierto, al menos para los que lo han experimentado, ¿qué sentido tendría negar una vida posterior a la muerte?, ¿qué sentido tendría negar la existencia de un ente, una luz que genera sentimientos de calidez, paz y amor como se afirma en numerosas experiencias?

Pero no solo Moody da una oportunidad a la veracidad de las ECM, el científico y cardiólogo Pim van Lommel, así como el psiquiatra español, y por tanto más cercano a nosotros, José Miguel Gaona Cartolano, con sus estudios, también dejan abierta una puerta a la veracidad de las ECM.

Las ECM, ¿qué nos hace pensar que son reales? Principales argumentos.

Tras la lectura de cientos de casos de ECM se llega a la conclusión de que uno de los factores más importantes que pueden hacer ver este tipo de experiencias como veraces es la universalidad de las mismas. Las personas que atraviesan por un trance como éste viven una serie de sucesos que prácticamente se repiten en todos los casos, sin importar el sexo, la edad, el país de procedencia y la religión a la que se pertenece. Muchos de los sujetos que han “viajado al otro lado” afirman haberlo hecho por un túnel hacia una luz cegadora pero no dañina, que les reportaba paz, calma, tranquilidad y amor. Cabría mencionar en este caso esa subjetividad de la que antes hablábamos, todos ellos ven a un ente luminoso, pero unos lo identifican con Dios, otros con Jesucristo o los Ángeles, sin embargo, algunos individuos pertenecientes a otras religiones o ateos convencidos ven este ser luminoso y le dan, en ocasiones, la misma interpretación que, por ejemplo, los cristianos. Recordemos que la interpretación es subjetiva (ver Apéndice 3).

Además de la universalidad de las ECM nos encontramos con otras que nos hacen pensar en una posible veracidad de las mismas, es el caso de las conocidas como experiencias extracorpóreas o EEC. En el libro del doctor Gaona (Al otro lado del túnel) se definen como “aquellas experiencias en las que el centro de la consciencia aparece para aquel que la experimenta como ocupando una posición temporal, que es especialmente remota respecto de su cuerpo. La persona no solo sale fuera de su cuerpo, sino que es capaz de observarse desde fuera no solo a sí mismo sino también a los elementos circunstanciales que le rodean”. Las personas que han vivido esta experiencia no solo eran capaces de ver lo que a su alrededor se encontraba, sino que eran capaces de ver, y luego describir con detalle, cosas o sucesos fuera de su alcance de visión e incluso desplazarse hasta lugares a kilómetros de donde se encontraba el cuerpo en el momento del fallecimiento (ver Apéndice 4).

Mencionaremos dos de los casos más conocidos sobre estas experiencias extracorpóreas, una de ellas es la que le sucedió a la compositora estadounidense Pam Reynolds. Diagnosticada con un aneurisma9 cerebral fue intervenida por uno de los más importantes neurocirujanos a nivel mundial, el doctor Robert Spetzler. La operación consistía en matar a la paciente para reanimarla posteriormente. Su temperatura corporal sería bajada a 15ºC, se le provocaría un paro cardiaco y respiratorio y se le extraería la sangre del cerebro anulando completamente las funciones del mismo consiguiéndose lo que sería un electroencefalograma plano. Pam estuvo clínicamente muerta durante más de una hora, sin embargo, lo sorprendente no fue el mero hecho de poder ser reanimada, sino el testimonio que trajo consigo.

Tras la operación Pam fue capaz de describir con detalle ciertos procesos de la operación, así como el material quirúrgico utilizado. Describe también encuentros con seres queridos ya fallecidos como su abuela o su tío y la paz que sintió en compañía de ellos. Así mismo nos relata la inconformidad por el regreso a su cuerpo material. Pam estuvo fuera de su cuerpo de alguna manera, de qué forma sino iba a poder dar tan específicos detalles sobre todo lo que le rodeaba. Esta EEC está registrada en el libro del Dr. Michael Sabom Light & Death por su relevancia refiriéndonos a la trascendencia de la vida humana y a una posible supervivencia de, llamémoslo, alma.

Otro de estos sorprendentes casos es uno que el doctor Gaona nos cuenta en su libro. Es uno de los casos que más conmovieron a Raymond Moody. Sucedió en el Hospital de Harborview, una paciente que había sufrido un paro cardiaco dice haber vivido una ECM acompañada de la EEC. Lo más sorprendente es que la paciente que había sufrido el paro asegura haber visto en su escapada del cuerpo unas zapatillas en el alfeizar de la ventana de una habitación más allá de la suya. Eran, por la constitución y estructura del hospital, imposibles de ver, pero efectivamente, las zapatillas que la paciente había descrito estaban allí, donde había dicho.

Igual de sorprendentes son otras experiencias de personas que afirman haber viajado kilómetros hasta sus hogares para volver a su cuerpo y poder describir perfectamente las acciones que, por ejemplo los familiares del afectado estaban haciendo en el mismo instante en el que se produce el fallecimiento. Casos no menos impresionantes, y que pueden ser argumentos suficientes para creer en que estas ECM no se alejan de la realidad, son las experiencias de pacientes invidentes de nacimiento que tras su salida del cuerpo han sido capaces de describir instrumental médico utilizado, personal sanitario e incluso colores. Casos registrados en los estudios de la doctora Elisabeth Kübler-Ross.

Esta etapa de la ECM no solo nos acerca al problema de la supervivencia a la muerte corporal sino que supone un grandísimo avance en el estudio de la mente humana como un ente independiente del cuerpo o la existencia de un alma. Podemos encontrar misterios como los famosos 21 g de peso que el paciente pierde tras fallecer o estudios dedicados a analizar si verdaderamente son verídicas esas EEC, estudios como el Proyecto AWARE10, dirigido por Sam Parnia (ver Apéndice 5).

Otros argumentos

Otro de los argumentos que podrían sustentar la veracidad de estas experiencias está relacionado con los encuentros en el más allá con seres queridos. Muchos de los pacientes dicen haber sido visitados por algunos de sus seres queridos ya fallecidos. En ocasiones los pacientes que pasaban por este trance veían a seres queridos de los que no tenían conciencia de que hubieran fallecido, sorprendidos se quedaban cuando aseguraban haberles visto en su ECM y después recibir la trágica noticia. De la misma manera, aún es más sorprendente que personas que han pasado por este trance han llegado a ver a familiares que ni siquiera sabían que existían y que ya habían fallecido. Es el caso de un hombre que vio a una mujer que le guiaba en su viaje, este hombre era adoptado y cuando dio contactado con su familia biológica descubrió por medio de una fotografía que aquella que le había acompañado era su hermana fallecida, hermana a la que nunca había conocido.

Otra característica de las ECM es el cambio que experimenta la persona que pasa por estas experiencias. Los que las han vivido las califican como mucho más reales que los sueños o incluso como la propia vida real, les hace sentirse muy cómodos y rodeados de amor en un lugar del que no quieren volver. La persona que pasa por el trance no solo pierde el miedo a la muerte sino que se vuelven más generosos y bondadosos así como espirituales, aprenden a amar su vida y la de todos los que le rodean, ven mejoradas algunas de sus facultades intelectuales11. ¿Cómo sería posible este cambio tan profundo en las personas si las experiencias vividas no fueran verdaderamente puras y verídicas? Se podría explicar diciendo que para las personas que lo viven son experiencias totalmente reales.

Posibles explicaciones de carácter fisiológico, argumentos en contra de las experiencias del más allá.

Como cabría pensar todo lo que nos puede resultar extraño genera controversia, y de la controversia surgen los contraargumentos. Multitud de científicos han intentado explicar estas experiencias por ver en ellas un cierto carácter paranormal o increíble. Se han buscado explicaciones desde un punto puramente científico y basándose en la fisionomía del propio cuerpo humano o justificándolas como fruto de la mente bajo los efectos de alguna droga sedante como la anestesia, etc. Sin embargo la mayoría de los casos se han dado en situaciones en las que los pacientes no estaban bajo el efecto de medicinas con lo que esta suposición o argumento no sería válido. Otros de estos argumentos son que muchas de las partes de las experiencias se deban a procesos mentales por los que pasa el cerebro para, de alguna manera, aliviar el momento de la muerte evadiendo a la mente y que el encontrarse, por ejemplo, con seres queridos forma parte de ese mecanismo de defensa. Sin embargo cómo iba a explicar esto que haya personas que vean a otras que, de forma desconocida para el que pasa por la experiencia, hayan fallecido también, o incluso de que sean capaces de describir objetos y situaciones fuera del alcance de visión incluso de las personas que están conscientes y rodean al sujeto, o más increíble aún, la experiencia de los invidentes que tras salir de su cuerpo son capaces de ver y describir lo visto tras regresar de su experiencia.

Como hemos dicho cabría la posibilidad de que existiera un proceso mental previo debido a la situación de estrés que se vive al ver como la muerte se abalanza sobre nosotros o el simple hecho de una falta de oxígeno en el cerebro o que la visión del ente luminoso por ejemplo estuviera motivada por la sociedad y la cultura. Sin embargo en niños, cuya mentalidad está, digamos, menos adulterada, los patrones observados no difieren de la de los adultos.

Hay sin embargo otros autores que deciden mantenerse al margen y se muestran más prudentes, es el caso del cardiólogo Michael Sabom, en cuyo libro Vida y muerte recoge lo que podría ser y es una de las pruebas más importantes a nivel científico de la supervivencia de la mente a la muerte del cuerpo, éste es el caso de Pam Reynolds antes comentado. Michael aclara: “Quizás la ciencia ha pasado por alto un enlace fundamental entre la consciencia y el cerebro o quizás algunas experiencias dependen solo de la mente, la cual puede no estar inextricablemente unida con el cerebro”.

Conclusiones

En cierto modo éste es un problema más filosófico que científico, porque, por lo expuesto hasta ahora, la ciencia no es capaz de demostrar ni la veracidad ni la falsedad de las ECM o EEC. Lo que sí podemos decir es que estas maravillosas experiencias que nos reportan a otro mundo, si podemos llamarlo así, y del que la mayoría parece no querer volver, podrían ser el primer paso para entender qué pasa en el momento de la muerte, justo antes o justo después. Quizás tengamos que empezar por el principio y pensar en que nuestra definición de muerte no es correcta, si una persona vuelve de la muerte podría ser que realmente no hubiese fallecido. Nos podemos encontrar con científicos que de alguna manera piensan que puede haber algo, quizás condicionados por sus creencias, pero sin duda, es un motivo para que se investigue al respecto. Otros buscan un Santo Grial o afán de protagonismo realizando incluso experimentos monstruosos para satisfacer su ego12. Los escépticos no quieren ni oír hablar de ello, tachando a sus compañeros de “locos”.

Por eso, desde un punto de vista filosófico podemos concluir que las ECM abren nuevas esperanzas que permiten al hombre seguir pensando en una mejor vida después de la conocida, que nos estará esperando a todos tras cumplir nuestro cometido en la Tierra. Quizás mis creencias me estén jugando en este instante una mala pasada. No puedo negar que el estudio de este tipo de experiencias me ha hecho reflexionar y plantearme más cuestiones sobre el significado de la vida y mi existencia y me ha permitido descubrir un mundo del que hasta entones solo conocía anécdotas. Pero está en el mismo ser de la Filosofía indagar en el sentido profundo de los fenómenos y qué duda cabe que las ECM son una excelente herramienta para reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte.

El estudio de estas experiencias te invita a tomar partido y puede hacer que uno cambie la forma de ver las cosas y el mundo, e incluso puede ayudar a reforzar las “creencias” que uno tiene, desde creer a ciencia cierta que la vida después de la muerte es una realidad, no solo un acto de fe, hasta considerarlo una locura y un sin sentido. Al fin y al cabo el mundo de la Filosofía no es el de las grandes verdades matemáticas ni el de las seguridades científicas, pero sus dudas y pequeñas y subjetivas certezas son más humanas que aquéllas, porque nos afectan en el núcleo de lo que somos. Ya dijo Kant que la Metafísica, por mucho que la humanidad se empeñe en suprimirla no lo conseguirá, porque los temas de los que trata son inevitables.

De la misma manera espero que éste sea el principio de una aventura que me enriquezca personalmente. Todavía quedan muchos secretos que descubrir y mucho sobre lo que investigar acerca del significado de la vida, su comienzo y su final.

Quién sabe, algún día tendré que pasar por ello, y espero que para entonces, “cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar”, me encuentre a bordo, preparado y listo para zarpar.

Apéndice 1

Moody redacta su modelo a partir de las experiencias que conoce y describe en él los aspectos más repetidos y universales de sus experiencias y en el orden en el que se dan en muchas de las ocasiones.

“Un hombre está muriendo y, cuando llega al punto de mayor agotamiento o dolor físico, oye que su doctor lo declara muerto. Comienza a escuchar un ruido desagradable, un zumbido chillón, y al mismo tiempo siente que se mueve rápidamente por un túnel largo y oscuro. A continuación, se encuentra de repente fuera de su cuerpo físico, pero todavía en el entorno inmediato, viendo su cuerpo desde fuera, como un espectador. Desde esa posición ventajosa observa un intento de resucitarlo y se encuentra en un estado de excitación nerviosa. Al rato se sosiega y se empieza a acostumbrar a su extraña condición. Se da cuenta de que sigue teniendo un «cuerpo», aunque es de diferente naturaleza y tiene unos poderes distintos a los del cuerpo físico que ha dejado atrás. Enseguida empieza a ocurrir algo. Otros vienen a recibirlo y ayudarlo. Ve los espíritus de parientes y amigos que ya habían muerto y aparece ante él un espíritu amoroso y cordial que nunca antes había visto -un ser luminoso-. Este ser, sin utilizar el lenguaje, le pide que evalúe su vida y le ayude mostrándole una panorámica instantánea de los acontecimientos más importantes. En determinado momento se encuentra aproximándose a una especie de barrera o frontera que parece representar el límite entre la vida terrena y la otra. Descubre que debe regresar a la tierra, que el momento de su muerte no ha llegado todavía. Se resiste, pues ha empezado a acostumbrarse a las experiencias de la otra vida y no quiere regresar. Está inundado de intensos sentimientos de alegría, amor y paz. A pesar de su actitud, se reúne con su cuerpo físico y vive. Trata posteriormente de hablar con los otros, pero le resulta problemático hacerlo, ya que no encuentra palabras humanas adecuadas para describir los episodios sobrenaturales. También tropieza con las burlas de los demás, por lo que deja de hablarles. Pero la experiencia afecta profundamente a su existencia, sobre todo a sus ideas sobre la muerte y a su relación con la vida”.

Apéndice 2

El propio Raimond Moody realiza una serie de aclaraciones sobre su modelo, dejando claro que como cualquier modelo tiene sus excepciones y que no en todos los casos se producen en las experiencias todos los aspectos de las ECM, ni de la misma manera, ni en el mismo orden.

  1. A pesar de las sorprendentes similitudes entre los diversos relatos, ninguno de ellos es idéntico (aunque algunos se aproximen notablemente).
  2. No he encontrado a nadie que informe de todos y cada uno de los detalles del modelo. Varios han citado a la mayoría (es decir, ocho o más de los quince) y unos pocos han informado hasta de doce.
  3. Ningún elemento del modelo de experiencias ha sido proporcionado por todos los informadores. Sin embargo, alguno de los elementos tiene un carácter casi universal.
  4. Ningún componente del modelo abstracto ha aparecido solo en un relato. Cada elemento ha aparecido en varias historias.
  5. El orden en que una persona muerta pasa a través de los diversos estadios antes delineados puede variar del que ocupa en el «modelo teórico». Por ejemplo, varias personas afirman haber visto al ser luminoso antes, o al tiempo de abandonar el cuerpo físico, en lugar de como en el modelo, donde se produce poco después. Sin embargo, el orden que he dado es bastante típico y las variaciones no son frecuentes.
  6. El grado en que una persona que está muriendo profundiza en la experiencia hipotética depende de si la persona sufre realmente una aparente muerte clínica y, en tal caso, del tiempo que permanece en ese estado. En general, las personas que estuvieron «muertas» dan un relato más vívido y completo de la experiencia que las que sólo han estado cercanas a la muerte, y los que estuvieron «muertos» por un largo periodo profundizan más que los que han estado menos tiempo.
  7. He hablado con algunos que fueron considerados muertos, pero resucitaron y regresaron sin informar de ninguno de estos elementos. Alegan que no recuerdan nada en absoluto de sus «muertes». También he entrevistado a personas que estuvieron clínicamente muertas en diferentes ocasiones con intervalos de años y no habían tenido experiencias en todos los casos.
  8. Debo poner de relieve que estoy escribiendo sobre informes o relatos que se me han dado verbalmente en el curso de entrevistas. De este modo, cuando observo que un elemento dado del modelo no se produce en un relato determinado, no puede inferirse necesariamente que no le haya ocurrido a la persona implicada. Significa, simplemente, que no me dijo que ello ocurriera, o que no se explicita definitivamente en el relato que hace. Dentro de este marco de referencia, examinemos algunos de los estadios y acontecimientos comunes a la experiencia de la muerte.
  9. Apéndice 3

    Como hemos mencionado la interpretación de este ser luminoso o foco de luz es identificado de manera diferente por los diferentes individuos y en función de sus creencias religiosas si las tuviesen. De esta manera podríamos decir que los cristianos lo identificarán con Dios, Jesucristo, ángeles u otros paralelos bíblicos y, por ejemplo los musulmanes con Alá y los budistas con Buda. En el caso de los ateos muchos niegan una identidad a ese ser luminoso, lo describen simplemente como eso, “un ser luminoso”.

    Cabe destacar que en la mayoría de los casos se va a producir una comunicación con ese ser luminoso, una comunicación sin palabras, es decir una conexión, digamos mental, del ser luminoso con el individuo que fallece.

    Algunos fragmentos en relación al ser luminoso podrían ser los siguientes, expuestos en la obra de Raimon Moody, Vida después de la vida:

    “Oí a los doctores cuando dijeron que había muerto y comencé a sentir que estaba cayendo -en realidad era como si flotase- por aquella oscuridad, que era una especie de cápsula. Lo cierto es que no hay palabras para describirlo. Todo era muy negro salvo, a gran distancia, esa luz. Era muy brillante, aunque no muy grande al principio. Crecía conforme me iba acercando a ella.

    Trataba de llegar a esa luz, pues sentía que era Cristo. No era una experiencia atemorizadora. Al contrario, resultaba agradable hasta cierto punto. Inmediatamente conecté la luz con Cristo, quien dijo: «Yo soy la luz del mundo.» Me dije a mí misma: «Si es así, si voy a morir, ya sé lo que me espera al morir: esa luz.”

    “Sabía que estaba muriendo y que nada podía hacerse, ya que nadie podía oírme... Estaba fuera de mi cuerpo; no me cabía la menor duda, pues podía verlo en la mesa de operaciones. ¡Mi alma estaba fuera!

    Todo ello hizo que al principio me sintiera muy mal, pero entonces vino esa luz brillante. Parecía un poco apagada al principio, hasta que se convirtió en ese enorme haz. Era una tremenda cantidad de luz; no un gran foco brillante, mucho más. Me daba calor y me invadió una cálida sensación.

    Era de un blanco brillante y amarillento...; predominaba el blanco. Tremendamente brillante, tanto que no puedo describirlo. Parecía cubrirlo todo y, al mismo tiempo, no me impedía ver cuanto me rodeaba: la mesa de operación, los doctores y enfermeras. Podía verlo todo porque no me cegaba.

    Al principio, cuando la luz llegó, no estaba muy seguro de lo que ocurría, pero luego me preguntó -bueno, fue algo parecido a una pregunta- si estaba listo para morir. Era como hablar con una persona, aunque no había allí ninguna. La luz hablaba conmigo, sonoramente.

    Pienso ahora que la luz que me hablaba comprendía que no estaba preparado para morir, que se trataba más de probarme que de otras cosa. Desde el momento en que la luz me habló me sentí muy bien, seguro y amado. No es posible imaginar ni describir el amor que llegaba hasta mí. Era agradable estar con esa persona. Y tenía también sentido del humor.”

    Apéndice 4

    Cabe destacar que estas experiencias extracorpóreas se dan en un cuerpo que podríamos clasificar, y como de hecho los que pasan por la experiencia, como un cuerpo etéreo o astral, sin composición material y sin forma imperceptible por los demás.

    “Tenía diecisiete años y trabajaba, junto con mi hermano, en un parque de atracciones. Una tarde fuimos a nadar y se nos unieron otros compañeros. Uno de ellos dijo: «Crucemos el lago a nado.» Ya lo había hecho en numerosas ocasiones, pero ese día, por algún motivo, me hundí en mitad del lago, me quedé medio flotando y de repente sentí como si estuviera fuera de cuerpo, fuera de todo, en el espacio. Me encontraba en un punto estable, sin moverme, desde el que veía mi cuerpo en el agua a tres o cuatro pies, subiendo y bajando. Lo veía desde atrás y un poco lateralmente. Aunque me encontraba fuera, seguía sintiéndome con forma corporal. Tuve una sensación etérea que es casi indescriptible. Me sentía como una pluma”.

    “Los vi mientras me reanimaban. Era realmente extraño. No me encontraba muy alta; era como si estuviese encima de un pedestal, no muy por encima de ellos, pero lo suficiente para verlos. Traté de hablarles, pero nadie me oía”.

    “Cuando salí del quirófano sabía que algo no había marchado bien. Había visto cosas en el quirófano durante la operación… A mis familiares y a mi exmarido les dijeron que todo salió bien…cuando ya estaba mejor y en planta, se presentó una de las doctoras que me operó en quirófano y me dijo: "Ya veo que estas bien, nos diste un buen susto". No pude más que sonreír pues sabía a lo que se refería. Mi respuesta fue evidente: "¡Ya!".

    Apéndice 5

    “El Proyecto Conciencia Humana es la primera investigación a gran escala internacional en torno al fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte. Este ambicioso y crucial proyecto, bautizo AWARE (AWArness during REsuscitation, Conocimiento durante la Resucitación) fue promovido en el año 2008 por la Universidad de Southampton (Reino Unido) y está siendo auspiciado por la O.N.U. (Nueva York, EE.UU.). En él participarán inicialmente 25 centros hospitalarios de EE.UU., Canadá y Europa con el fin de estudiar en condiciones de laboratorio la relación entre la mente y el cerebro durante el estado de muerte clínica en pacientes de paro cardíaco. Este descomunal proyecto incluye la realización de un experimento para estudiar la naturaleza del sorprendente y fascinante fenómeno de las experiencias extracorpóreas con frecuencia relatadas por personas rescatadas de la muerte mediante técnicas modernas de resucitación. Cuenta para ello con sofisticadas técnicas, como la indicación de los niveles de oxígeno o la circulación sanguínea en el cerebro mediante INVOS Cerebral Oximeter”.

    Se puede encontrar información más detallada en la página de donde se tomó el extracto.

    Bibliografía

    Webgrafía

    1. http://es.wikipedia.org/wiki/Homo_heidelbergensis (29/12/2012).

    2. http://es.wikipedia.org/wiki/Sierra_de_Atapuerca#Yacimientos_de_la_Sierra_de_Atapuerca (29/12/2012).

    3. Ausencia del aporte sanguíneo a los tejidos. Términos como la encefalopatía anóxica/hipóxica o anoxia/hipoxia cerebral hacen referencia a una afectación del tejido cerebral debido a una falta de oxígeno, bien sea debido a un paro cardiocirculatorio, bien sea porque se produzca un fallo respiratorio súbito, aunque en general coexisten ambas situaciones. http://neurorhb.com/blog-dano-cerebral/anoxia-cerebral/ (8/1/2013)

    4. SENTINELLA, David, Más allá de la vida, Libros Cúpula, 2012, Barcelona. Cap:3 Págs: 107-125

    5. http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0535-51332011000100008 (9/1/2013)

    6. GAONA CARTOLANO, José Miguel, Al otro lado del túnel. Cap: 18, Págs:228-229 .

    7. Doctor en Medicina (MD) y profesor de Psiquiatría de la Universidad de Virginia. Co-autor de Irreducible Mind (2007) y co-editor de The Handbook of Near-Death Experiences (2009). Investigador en el campo de los estudios cercanos a la muerte basa sus estudios en en las investigaciones de Raymond Moody, Jr., Noyes Russell y Elisabeth Kübler-Ross. http://es.wikipedia.org/wiki/Bruce_Greyson (9/1/2013)

    8. GAONA CARTOLANO, José Miguel, Al otro lado del túnel. Cap: 18, Págs:228-229.

    9. Es un área débil en la pared de un vaso sanguíneo que provoca que éste protruya o se abombe. Se denomina aneurisma cerebral cuando ocurre en un vaso sanguíneo del cerebro. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001414.htm (10/1/2013)

    10. http://www.horizonresearch.org/main_page.php?cat_id=38 (10/1/2013)

    11. A.MOODY Jr, Raimond, Vida después de la vida, Edaf, 1984, Madrid. Cap 2: Efectos sobre las vidas Págs: 123-129.

    12. Como el caso producido en Estados Unidos en el que un médico experimentaba con su hija provocándole el ahogamiento para que experimentase una ECM y reanimarla para que pudiera contarle lo vivido.